domingo, 25 de mayo de 2008

Pena de despedida


Esto no es fácil. Pienso en mi amiga Sarah que lo ha vivido varias veces, demasiadas veces y todavía tiene garantizada muchas más. Las despedidas. Nunca he sido buena para las despedidas. Las he odiado desde que dejé a mi pololo a los 15 años en el aeropuerto porque él partía forever a vivir al extranjero. Di jugo y desde entonces no soy capaz de dejar a alguien en el paradero. O sea, es patológico.

Pero ahora es distinto. No es patológico. Es de verdad. Tengo un nudo en la guata, los ojos lloran solos y no logro sonreír. No quiero absolutamente nada, sólo que se pase luego. El tiempo hará que se pase. Pronto. Espero.

Mi amigo Ricardo volvió a Chile hace unas horas. Su avión debe estar partiendo o por partir. Recuerdo cuando llegó hace exactamente un mes y nos abrazamos. Estaba tan contenta de verlo e inmediatamente nos pusimos a conversar. Todo era como en Chile. Y obviamente el tiempo vuela, sobretodo cuando uno lo está pasando bien y lo disfruta. Hoy fue como cuando se acaba la fiesta y cortan la música y prenden las luces y uno piensa buhhh.



La pasamos tan bien. Los dos. Los tres con Daniel. Los cuatro con la Sarah. Horas de conversación y demasiada, demasiada risa en la casa, en los bares, en varios picnics. Es mi copiloto favorito. En Italia, donde fuimos de vacaciones, no podía quedarse quieto y se averiguó todo. Y es un gran compañero de shopping, de ropa y de libros. No puedo creer que haya convencido a Daniel a salir de compras. Mi fotógrafo personal y estilista. Siempre llamándome la atención de qué ponerme y qué no. Mi confidente total. Lo adoro. Le deseo lo mejor.

Y se fue. Y me recuerda que estoy lejos de muchos amigos, de mis amigos, de casa. Siento esa distancia sobre mi espalda, sobre el cuerpo entero. Como un gran peso. Me pasa que veo por mi ventana y no puedo creer que viva aquí y por tres años más. De pronto siento todo ajeno. Como un sueño. Sé que estoy acá. Me gusta. Pero sé que no soy de acá.

Y justo esta semana supe que mi hermana será mamá. Nada me hizo más feliz y triste a la vez. Me la imaginaba a ella toda feliz. Viendo la tirita en el test. Contándole a mis papás. Me imaginaba a mi mamá extaciada. A mi papá nervioso. Lo único que pedía por el chat era que me describieran las caras y las conversaciones. Y me daba pena no estar ahí. Perderme todo eso.

La pena se me irá con el tiempo. Quizás mañana ya me sienta bien, después de dormir muchas horas que me hacen falta. Después de todo es sólo una pena por sentir a gente que quiero tan lejos. Nunca me había sentido tan lejos. Pero a la vez, desde que estamos acá, nunca había estado tan feliz con Daniel. Lejos de todo, solos, dedicándonos mucho más tiempo a querernos. Y hacía tiempo que quería volver a ver a mi amiga Sarah que vive aquí y en estos meses hemos recuperado el tiempo perdido. No me puedo quejar.

Ahora vienen mis papás a vernos. Y será lo mismo. La pasaremos tan bien. Pero se volverán y volveré a sentir ese peso de la distancia. Yo iré en diciembre y veré a mi familia, extendiéndose, y a mis amigos y vendrá una despedida inevitablemente. Sarah, ¿Cómo lo haces?

Lo primero que hice cuando volvimos de dejar a Ricardo en la estación fue ordenar. Un orden profundo. Que no quedara rastro de que alguien estuvo aquí. Que no se notaran tres vasos en vez de dos sobre la mesa. Para que no me diera pena cada vez que reconociera algo de él. Por ejemplo, lavé su toalla y boté su prestobarba. Altiro.

Y así me doy cuenta que toda esta aventura de vivir en el extranjero me asusta pero me gusta. Me encanta este país. Me encanta el tiempo que tengo para mí, para Daniel y para Sarah. Pero me asusta estar tan lejos de mi familia y de perder a mis amigos. Me gusta la soledad que tengo acá, pero me asusta volverme una persona solitaria.

Quiero que se acabe la pena. Quiero reírme. Como lo hice este último mes. Gracias Rick.

5 comentarios:

Rodrigo Rubilar Campos dijo...

gaby!!!!!!
pucha... Los echamos muuuucho heavy metal rock de menos... Cuando pensamos en salir a comer cosasricas... Decimos.... );,!&&@&)??&?!04/;(!!!!!
pucha pucha pucha

Chiletalker dijo...

We miss you two too!!!

I love your blog - it is such a window on you and where you are.

Un abrazo

Nigel

gab diaz dijo...

hola queridos,
chucha ese aeropuerto! es como estar ahí. unos pendejos de la vida...
y buenísimo tu blog. muchas gracias. se trasluce ese tiempo que dices tener. dedíquenselo genial. es lo único que importa. los mejores de los deseos. besos gab.

carmela dijo...

Asi son las despedidas, te dejan ese gustillo amargo y triste, pero, sabes que? a diferencia de los funerales que tambien son despedidas pero para siempre, en las despedidas existe la esperanza de verse en un futuro no muy lejano. No es un "adios" sino que un "hasta luego".Arriba el animo que ya vas a estar con nosotros. Aprovecha tu tiempo con Sarita y disfruta tu mino todo el rato!

luces calientes dijo...

gabi, yo creo que las despedidas son atroces y feas. es más, creo que los aeropuertos son un trámite triste y que siempre trato de evitar. prefiero que despedirse sea algo rápido, un abrazo, con palabras mudas y ahogadas, y un apretón de manos, ojos firmes y luego correr al avión. un trámite. sería muy complicado para mí si lo hiciera de la forma tradicional (la primera vez fue un llanto que no me dejó tranquilo por dìas).

lo peor, eso sí, es saber que estás lejos y te estás perdiendo de cosas que tus cercanos viven, pero el mundo es gigante y siempre nos perdemos de ciertos momentos emotivos. trata de no perderte los tuyos y los de daniel.

chau