viernes, 14 de enero de 2011

Carta de Renuncia

En el verano del 2009
El último verano que trabajé entreteniendo a alumnos
Hoy presenté mi carta de renuncia en la universidad en que trabajo. Bueno, trabajaba. Esperé a que me llegara el último cheque del postnatal y me senté a escribirla. En la carta digo, básicamente, gracias, todo ha sido muy bonito, pero en realidad no puedo trabajar porque no puedo pagar sala cuna. Lo que es verdad. De hecho, saldría para atrás.
En fin. Si bien me fui con las puertas abiertas, disponible para trabajo desde la casa y reemplazos esporádicos, me importó poco. Adoro a mi jefa/amiga (que ahora es amiga solamente, con quien tomamos vino juntas, vamos a ver pelis, salimos a comer) pero nunca en mi vida, corta vida laboral, había trabajado en algo tan poco desafiante, que exigiera el mínimo esfuerzo y cabeza. Y además fue bastante frustrante en la medida que por distintas razones era un lugar tan despelotado, donde sólo con un par de buenas ideas y organización se podrían hacer maravillas. Desde que entré, en marzo de 2008, los sentimientos más generalizados han sido de impotencia y lata.

Pero hice la pega bien. Lo di todo. Para no aburrirme, para que tuviera sentido.  
La pega consistía en ser asistente de un centro de recursos para aprender idiomas, tres tardes a la semana, y las tareas incluían ser bibliotecaria  (prestar, ingresar libros, etc.), transcribir conferencias, preparar material para la página web, controlar el ingreso y salida de los usuarios. Y en temporada de verano, trabajaba en otra área organizando actividades sociales para los alumnos que iban a los cursos de verano de inglés. Los paseaba por Londres, les organizaba noches de karaoke, partidos de bádminton.
Y la paga era mala, casi el mínimo. Se deshacían en agradecimientos pero el premio monetario era bastante desalentador (y por eso prefiero ser mamá tiempo completo). Cuando al fin dejé de trabajar me llegó un bono de buen desempeño.
Siempre estuve sobre calificada para ambas pegas y naturalmente me salía del rol más pasivo, administrativo y empezaba con ideas. Incluso terminé haciendo talleres de conversación en español como parte de los recursos para aprender idiomas. Con sueldo de asistente, eso sí, pero la plata no era lo importante.
Lo importante en cada pega es moverse con la idea de que las cosas pueden ser mejor. Sentir que uno puede aportar. Que uno puede ser proactivo. Que uno puede dar un poco más. No por el palmoteo en la espalda, sino para uno sentir que la parte importante de nuestras vidas que pasamos trabajando vale la pena y no es tiempo perdido, tiempo que no recuperemos nunca.
De alguna forma yo siempre he sentido en mis trabajos que quiero aportar para que la vida de las personas sea mejor. Creo que por eso siempre he trabajado en áreas de educación. Porque aunque el aporte sea que un alumno de un país que nunca visitaré vea el Big Ben, sé que ese alumno está ahí porque quiere aprender, mejorar y eso inevitablemente tendrá un impacto positivo en su comunidad.
En 2006 en una pasantía que me gané en Londres
En 2006 en una pasantía que me gané en Londres (¿ve el National Gallery atrás?)
Antes de venirme a Inglaterra tuve que dejar un trabajo bueno y promisorio. Estaba, con menos de 30 años, bien encaminada. Trabajaba en proyectos entretenidos de educación y arte y tenía la suerte que me tocaba viajar de vez en cuando y conocí gente increíble. A veces de pura tortura pienso en qué estaría haciendo ahora si me hubiera quedado. Tenía sus bemoles. En todas partes se cuecen habas y, al igual que acá, había inestabilidad, falta de oportunidades, no decir “gracias”, promesas que quedaban en el aire, jefes (pero no me refiero a mi jefa) inoperantes que eran buenos para venderte la pomada para después volver a foja cero. Y en Chile (nunca lo he visto acá) conocí gente, de frentón, chueca, mala leche o sentía que habían celos profesionales, eso de no compartir información, de no celebrar los logros del colega, de cagarte si era posible. Y no de una manera mal intencionada sino que a punta de inseguridades porque todos cuidan la pega y no confían en sus capacidades. Por eso, no existía el comentario constructivo, ni el comentario lisa y llanamente profesional, siempre tenía que ser personal. Decir que hiciste algo mal, no era para que mejoraras y te ayudaran sino que para que te sintieras una persona incapaz, tarada. 
Y tomé esta pega porque no vine a Inglaterra a hacer carrera. Vine a acompañar a mi marido, a viajar, a tener tiempo los dos solos que nunca habíamos tenido. Ha sido una luna de miel. Incluso casi quedo en una pega que me tendría toda inflada ahora en la misma universidad, pero antes de terminar el proceso preferí jugar bádminton con los alumnos y prestar libros. Y no lo resiento. No resiento la plata que estaría ganando ahora, ni el puesto o los contactos que tendría; ni las capacidades nuevas que tendría. Fue una decisión enfocada en el presente. No en el futuro, ni en el pasado. Abrazar la vida como se nos presenta.
Y he aprendido más de la vida y de las personas que de ninguna otra cosa. Y sé que eso me ayudará en cualquier tarea que se me venga, invariablemente, en el futuro.
Opté por el trabajo que me permitía viajar, estar con Daniel y ser (y hacer) familia. Gané varios amigos, experiencias malas y buenas y estoy tranquila de que sigo pensando lo mismo y con más fuerzas: hay que estar convencido que nuestro trabajo, por mínimo que sea, es un aporte, pequeño o grande, para mejorar nosotros mismos, nuestra comunidad, nuestro país, el mundo. Con esa motivación, con esa visión, es imposible quedarse en lo insignificante y así entregarse por completo y hacer bien la pega. Y así, es imposible hacerlo mal. Imposible que te vaya mal.
Así que tengo sentimientos encontrados. En esta pega conocí muchas personas interesantes, fui proactiva y creativa pero por la naturaleza administrativa siempre estuve atada de manos para hacer más. Y no había oportunidades de tener más responsabilidades. Llegué a un tope que veo más claramente cuando tengo que elegir entre trabajar o cuidar a mi hijo. No había nada más para mí.
Y aquí comienza otra aventura.

No hay comentarios: